Mientras el gobierno de Gustavo trata de asegurar, por las buenas o por las malas, sus mayorías en el Congreso para sacar sus tres grandes reformas, empezando por la Reforma a la Salud.
Mientras Senadores y Representantes se enfrascan en discusiones sobre el tipo de Ley que van a discutir.
En espera de los partidos políticos que se declararon como “de gobierno” resuelven si están dispuestos a asumir los riesgos y costos de darle gusto al Presidente.
Mientras la oposición trata de fortalecer su imagen y poder para enfrentarse a la aplanadora oficialista.
Si los expertos en el tema tratan de descifrar en qué consiste la reforma, quién gana y quien pierde desde sus diferentes ángulos e intereses.
Mientras los medios de comunicación se dedican a debatir sobre las amenazas contra la democracia expresadas desde un balcón de la Casa de Nariño.
Mientras todas esas cosas pasan decidí hacer un ejercicio práctico. Repasar cómo ha sido el funcionamiento de nuestro sistema de salud antes y después de la Ley 100 de 1993.
Tengo la edad suficiente para haber sido usuario antes y después de la Ley 100. Tengo la experiencia de haber necesitado acudir a los servicios de salud cuando el sistema era totalmente público y ahora cuando es mixto. Público y privado.
Como ciudadano y como periodista he tenido la experiencia de usar las dos caras del sistema. Experiencia que voy a compartir con mis oyentes y seguidores en varios episodios.
Empezamos hoy con una descripción de cómo era el sistema antes de la Ley 100 de 1993.
La idea es mostrar el punto de vista del usuario. Del paciente. De ese ciudadano de a pie a quién están invitando por estos días a salir a las calles defender u oponerse a la reforma de un sistema que no entiende, ni conoce, a pesar de que su salud y su vida dependen de que funcione o no.
Bienvenidos…
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